De mocos, mosquitos y malos olores

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Aquí las cosas son…¿ cómo explicarlo? Diferentes. Sin más. Ni mejor ni peor, solo diferentes. Vivo en una casa normal, sencilla pero bastante buena comparada con otras  de al lado. Tengo mi cuarto y mi intimidad interrumpida muchas veces por invitaciones de charla,y muchas sonrisas alrededor las 24 horas  del días, aunque eso de que los dominicanos «gozan» mucho, es discutible porque este pueblo es bastante aburrido y el calor hace que la gente se siente en la calle sin más o esté tirada en cualquier sitio. Vamos, que no veo yo la «gozadera» por ningún sitio.

Mi cuarto es grande, el mejor de la casa (tb influye que yo no tengo «reguero» por todas partes porque son super desordenados (he de decir que no todos, pero los de esta casa sí) Pondré una foto para que veáis. Y tengo «abanico». El primer día aguanté con el de techo que va girando, pero cada vez que el ventilador se «iba», pensaba morir, así que pregunté si se podía poner fijo y como no se puede, me prestaron otro grande que tengo enfrente de la cama. Si no, es imposible dormir. Además cuando se va la luz, de pronto entran sudores porque hay generador pero es más lento y no se puede abusar. Yo cambio la luz de la habitación por aire… No tengo inconveniente en vivir con linterna.

Es un soberano coñazo lo de la luz. Aquí no se nota mucho por el generador, que lo pusieron un poco por nosotros, los voluntarios, y otro poco por mejorar, pero es un rollo estar haciendo cualquier cosa y que «¡pluf!» deje de funcionar. Supongo que es una cosa de esas que no se aprecian en la distancia… 

Lo del agua es otro cantar. Eso sí que es terrible! Ir todo contento a lavarte las manos y que salga un hilo, literalmente un hilo (cuando sale) del grifo, es un rollo. Así que estoy la mar de contenta con mi cacharrito americano de jabón de ese sin agua, que aunque «algunas» digan que en su casa se lavan las manos con agua y jabón (en la mía también,jajaja), para estas cosas viene muy bien. Y la ducha… Qué decir de la ducha? Pues otro rollo. Cuando hay agua corriente, cae un chorro bastante pobre de una tubería sin más, y si no, hay un cubo con unos cubitos para darse un refresquito. Punto pelota. Eso de ducharse en plan «qué gusto» no existe (añadamos a la escena el moho de la cortina, los mosquitos revoloteando y alguna cucaracha muerta, y ese olor ácido que no sé a qué es pero que es bastante desagradable) 

Esta mañana me he pasado cinco minutos matando mosquitos en el baño antes de hacer un pis porque ya veía yo que me iban a picar en el culo y me veía cantando el «pican, pican los mosquitos, pican con gran disimulo…»

Lavar no sé dónde lavaré. Hay dos lavadoras en el patio (si se le puede llamar patio, pongo foto) que creo que no funcionan, así que supongo que habrá que lavar a mano… Esperaré unos días más para preguntar. Creo que las lavadoras no funcionan porque van todos limpios pero las camisas y camisetas tienen lamparones.

Y esta casa es «bien» porque las de al lado no dejan de ser casuchas de madera que con un poco de suerte, tienen una capita de pintura que hace que sean hasta monas (hasta que entras) Da cosilla, la verdad, porque es un contraste tan grande todo… Vivimos en un mundo en el que la tecnología nos ha devorado por completo y aquí todo el mundo tiene su celular y algunos manejan hasta facebook, pero luego las casas son tremendamente humildes. A ver, la gente no se queja en exceso y todos quieren conseguir «cualtos» pero lo que ellos  llaman a  «vivir cómodo» es un concepto distinto para nosotros. La escala de valores a todos los niveles no tiene mucho en común con la nuestra. Y hay cosas positivas como que los niños no estén enganchados a ordenadores y consolas, pero hay otras tristes, como que las quinceañeras anden pensando en casarse con un buen marido que las mantenga y esa sea toda su ilusión.

Yo no creo que los pobres (o los que tienen menos) sean más felices. Lo he visto muchas veces cuando he viajado por ahí (porque que venga a demostrarme el que lo dice, que un niño de Guatemala de 9 años y aspecto de 4, que carga madera todos los días,es feliz), pero aquí es verdad que se toma de otra manera. No sé si por carácter, porque saben que tampoco les servirá de mucho lamentarse, se conforman y sonríen ,que la vida son dos días. Y no digo que no se quejen, que lo hacen y mucho, pero al final se conforman. En parte ese conformismo ayuda a vivir tranquilo pero la realidad es que  es el mismo que les impide avanzar. Dejarse los cuernos en algo que lo más posible  es que no salga adelante, cuesta más sufrimiento que otra cosa, así que anulan la posibilidad de cambio.

Otra veces he dicho que no entiendo la relación entre pobreza y mocos, y en Dominicana no existe. Los niños no van llenos de mocos como en México o Guatemala. No sé si es que no tienen catarros o que sus madres los limpian. Eso se nota mucho aquí. Puedes ser más pobre que una rata,tener una camisa de quita y pon,ir descalzo y comer arroz y guineitos todos los días de tu vida, pero eso no está reñido con ir limpio. Llama la atención. Siempre se relaciona en cierta manera la pobreza con la porquería, con churretones en los mofletes y roña en las orejas, pero aquí  no es así.  Sí que hay basura por la calle, fruto de un servicio de limpieza deficiente y de la dejadez de los propios habitantes que lo tiran todo al suelo (excepto cuando van conmigo porque les riño, jajaja), pero la gente huele a limpio o a nada… y eso es muy curioso. Y se quejan de que los extranjeros no se duchan tanto ni usan colonias ni se lavan los dientes. Yo les digo que eso tampoco es así pero recuerdo las mañanas en el metro de Madrid con alientos fétidos de café y sobacos revenidos, y no lo defiendo a capa y espada porque no puedo… aquí pocas veces me he muerto de asco, y ya sabéis algunos que soy una maniática de los olores… ¡un punto para el caribe!, aunque la falta de agua corriente, por mucho que uno no quiera, hace de las suyas, que reconozco que el baño huele «rarito» y yo creo que meo menos por no entrar (por eso y porque paso el día sudando como un cochino)

Y ahí voy yo con mi «eau de mosquito», oliendo a insecticida a todas horas para que esos malvados (por no decir otra cosa), no me devoren. Así que si alguna vez un dominicano dice que los españoles olemos a «baigón», ¡mea culpa!

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